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“La primera vez que cogí una zambomba la rompí, pero así empecé a cantar”

“La primera vez que cogí una zambomba la rompí, pero así empecé a cantar”

Ángel Cortés, el Bola, vive de forma intensa la Navidad, sin separarse de la zambomba que aprendió a tocar siendo muy joven.

Lucía Campón Gibello

Martes, 22 de diciembre 2015, 10:43

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Ángel Cortes Borrella, popularmente conocido como el Bola, lleva más de medio siglo cantando villancicos. En estas fechas navideñas saca la zambomba, un instrumento que adora, y alza su voz para alegrar con su repertorio a quien le rodea. Con 72 años asegura que la música ha sido su mayor afición, y a estas alturas es su pasión.

- ¿Cómo empezó su afición por cantar villancicos?

No fue desde niño, fue más bien de joven con unos 18 o 20 años empecé a escuchar cantar a Antonio el Guardia, El Chapa y ese grupo de amigos que iban en la Nochebuena por el pueblo, y me iba detrás de ellos para escucharles, y poco a poco me fui aprendiendo las canciones. Un día les dije que si me dejaban tocar la zambomba, no sabía y la acabé rompiendo después de toda la noche con ella. Luego hicimos dos zambombas más y así fue como empecé, y desde entonces no he parado de tocarla en estas fechas. He hecho alguna zambomba para mis hijos y nietos.

- La tradición de cantar villancicos ha ido en decadencia, ¿por qué cree que es así?

Antes todo era diferente, las pandillas de amigos salían por los bares cantando, llegabas a un bar y te ponían una botella de anís y otra de coñac y te pasabas allí toda la noche cantando sin parar y luego te ibas calentito para casa. El problema es que la gente joven no se ha aprendido los villancicos tradicionales, saben otros más modernos y eso se va perdiendo. Hace muchos años había vecinos que ensayaban los villancicos a los niños y jóvenes en sus casas. Hace muchos años también participé en un grupo con Carlos Borrella y un grupo de chicas, que se llamaba Bola, Borrella y la pequeña compañía, éramos tantos que tuvimos que formar dos grupos. Y cantábamos en la casa de cultura en todas las muestras de villancicos cada año. En cualquier casa del pueblo a estas alturas se cantaban ya villancicos y se preparaban para salir a la calle. A este grupo nos enseñó muchos villancicos Ignacia, una vecina que ya ha fallecido. Da pena que se vayan perdiendo las tradiciones, pero cada vez hay menos gente que ensaya a las nuevas generaciones porque son mayores o van muriendo. Está el coro de jóvenes de la parroquia que se sabe un buen repertorio, y la gente se podría unir a él.

- Lleva mucho años en el coro de la iglesia, ¿qué le hizo participar de él?

Fue cuando vinieron las monjas al pueblo se empezó a formarlo y me avisaron por si quería participar. Nos suele venir a enseñar el director de la coral de Santa María de Cáceres de vez en cuando. También aprendemos temas que escuchamos de otros lugares y que le ponemos otra entonación.

- Su afición por la música le ha hecho integrarse también en la coral Cynara.

Sí, llevo ya tres años. Cantaré hasta que pueda aunque ya con el paso de los años la voz se va resintiendo. No se puede castigar tanto la voz. Algunos años también he ayudado a ensayar a los mayordomos y diputados de la Cofradía de Ánimas a preparar sus canciones para el Rezo de Reyes. Tampoco dejo atrás las saetas, cada Semana Santa suelo cantar en la llaná de la puerta de la iglesia y a la llegada de La Soledad a su ermita.

- ¿Le gusta la Navidad?

Sí, me encanta, son fechas muy bonitas en las que siempre saco la zambomba y le canto a mis nietos. A ellos les gusta mucho. Me sé muchas canciones y villancicos, es raro que escuche una canción de cualquier grupo de Extremadura y no me suene o me la sepa. Pero no sólo saco la zambomba en estas fechas, en la misa extremeña que se le hace a San Benito también la llevo.

- Ha regentado durante muchos años su comercio en la calle El Cura, ¿solía cantarle a sus clientes por estas fechas?

Claro que sí, a ellas les gustaba mucho. Recuerdo a Sole la Piturra que siempre venía y me decía que sacara la zambomba.

- ¿Por qué le llaman el Bola?

La madre de mi padre puso a todos sus hijos un mote: el bola, el capullo, el sastre, el polilla, hubo para todos, y mi padre que era muy regordete le adjudicó lo de bola, y así me conoce a mí todo el mundo.

- ¿Seguirá cantando?

Lo seguiré haciendo hasta que pueda. Me da pena no haber aprendido a tocar la guitarra, es algo que me hubiera gustado mucho y así hubiera podía componer algunas canciones. Todavía recuerdo cuando cantaba en la orquesta Los monos en los bailes, fue una época bonita.

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