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Recuerdo de niñez de los nacidos en 1961

Recuerdo de niñez de los nacidos en 1961

El pasado 5 de noviembre 60 casareños nacidos en ese año celebraron el reencuentro

juan luis espada corchado

Sábado, 12 de noviembre 2016, 19:55

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El pasado sábado 5 de noviembre, nos reunimos en Casa Claudio sesenta personas de las más de noventa que nacieron en 1961 en Casar de Cáceres para celebrar el 55 aniversario.

Tras el protocolario momento de saludos, el que más y el que menos entró en materia para recordar hechos y recuerdos del pasado que cada uno y cada una tiene de una u otra forma grabado, además de la típica pregunta ¿qué es de tu vida?

Se recordaba la niñez cuando íbamos a la escuela de parvulitos en la Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento, la antigua sede de CUDECA, los niños con los babis de color azul y las niñas de color rosa, y siempre separados en distintas clases, los niños por un lado y las niñas por otro. Al curso siguiente, pasamos a la calle Parra, creo recordar en 2º curso de Educación Primaria, con esos bancos de madera con cajones y bisagras para guardar la enciclopedia, los cuadernos de caligrafía y la pequeña pizarra y que formaban una unidad compacta con el asiento. Teníamos los niños como maestro a Don Ángel Jiménez y las niñas a Doña Conce Martín. Había días que nos daban un vaso de leche en polvo, que por lo visto era muy buena para el crecimiento de los huesos.

En tercero de Primaria nos llevaron a la plaza de toros y, entre otros, tuvimos como maestros a Don Pedro Cerezo (padre), que usaba la regla como método para aprender la tabla de multiplicar, a Don Pedro Nicolás y a Doña Juana. En cuarto de Primaria pasamos a las escuelas del paseo y, como maestros, recuerdo a Doña Fermina y su ilusión para que aprendiéramos geografía nacional (los cabos, los ríos y sus afluentes, los sistemas montañosos, etc.). En la asignatura Naturaleza de 4º, recuerdo la anécdota que protagonizó un compañero que, a la pregunta de examen: ¿Qué es una colonia? Cita algún ejemplo. La respuesta fue contundente y no tiene desperdicio: Una colonia es un líquido que se echa en la cabeza y huele muy bien. Ejemplo: Varon Dandy. En 5º curso de Primaria tuvimos como maestros, entre otros, a Don José Rasero, a Doña Ana, a Don Manolo, y a Dña. Mercedes. En la última etapa de la Educación Primaria, ya implantada la E.G.B., ahora si, niños y niñas compartían el mismo aula, tuvimos como maestros, entre otros, a Don Macario Jiménez que venía desde Cáceres, primero con una moto pequeña o motino como le llamábamos nosotros, y después, con coche y es de reseñar como característica, su afán por las ecuaciones de primer grado. Recuerdo la famosa libretina color azul, que cuando la sacaba y buscaba al azar quien salía a la pizarra a resolver el problema, se palpaba un silencio nervioso y una respiración contenida que temblábamos más que un flan en un plato.

Fueron también maestros en esta etapa Don Pedro Cerezo (hijo), Don José Mellado, Doña Fita, y por supuesto, Doña. Joaquina Robledo y su hincapié por que aprendiéramos la construcción de las fases gramaticales con los complementos directos, indirectos y circunstancial, ¡ay de aquél o aquella que no lo supiera!, probaba la goma en el cuello. En fin, estos fueron a grandes rasgos, nuestra etapa educativa de Primaria y de E.G.B.

Nuestra generación, al igual que otras anteriores y algunas posteriores, se caracterizaba por hacer vida en la calle; la calle era el lugar de encuentro donde transcurría los mejores momentos para jugar. Era salir de la escuela, llegar a casa, dejar la cartera y salir corriendo con la merendilla en la mano, que bien podía ser, un bocadillo de pralín de fresa, de tulicrem de tres colores, de paté Apís de la lata azul sin abre fácil, una onza de chocolate Kitín, media libra de chocolate elgorriaga o, incluso un bollo suizo. Lo importante era jugar con los amigos, a lo que sea, al escondite, al tirable, a la comba, a los bolindres, primero de barro cocido y después de cristal; al pañuelo, al fútbol, a la pica, a la peona, a la gallinita ciega, al látigo, a los cromos con la mano hueca, a la goma, al burro, a las chapas con las cajas de zapatos y sus agujeros con distinta numeración, al corro de la patata, al Churro, mediamanga y manga entera, incluso, a los pistoleros, que para eso nos regalaban por Reyes, esas sofisticadas pistolas atadas al cinturón con sus cartucheras¡anda, que no íbamos chulos!.

Recordamos el quiosco de La Pola al lado del cine de Agapito Andrada, y sus piruletas con azúcar tostada al precio de dos reales, los chicles anillados Bazoka y Adams mentolados, los palotes y, los cartuchos de papel de traza con altramuces. Íbamos al cine algunos domingos por la tarde a ver películas en la primera sesión, entre otras, Sansón y Dalila, las del Oeste de Joaquín Murrieta, y como no, las que hacían referencia a batallas de la Segunda Guerra Mundial. Otros domingos, íbamos al campo de fútbol a ver jugar a la Gimnástica Casareña de Marce Mecha, Marcelino, los hermanos Pérez Carrión, entre otros. El campo de fútbol se hallaba situado entre las escuelas del paseo y la discoteca Las Palmeras, lo que hoy en día es el alberque y la piscina. A la Gimnástica Casareña (de la que algún día hablaremos), le sucedieron Los Pernales.

Los inviernos de entonces eran fríos, largos y lluviosos, recuerdo cuando íbamos al colegio con guantes, gorros, bufandas y botas gorilas y Katiuska, y los carámbanos de los tejados duraban días. Las heladas o pelonas eran tan intensas que, en la pared Corchao, se formaba en el suelo una capa de hielo que en el tiempo de recreo íbamos a resbalar sin temor a lesión alguna. Después de varios días de lluvia, hacíamos las famosas Chabarcas con barro, cantos y piedrecillas.

En nuestra adolescencia, solíamos visitar a menudo El Club, situado en el edificio El Católico, en la confluencia de la calle del Cura con calle Paredes. El Club estaba regentado por el señor Flores, allí jugábamos interminables partidas de dominó, ajedrez y damas, veíamos serie televisivas como Ironside, Canon, Bonanza, el Virginiano, el Fugitivo, etc, y bebíamos las famosas mirindas y citrania.

Los guateques fueron parte importante de nuestra juventud, una casa o habitación, un tocadiscos, unas bombillas de colores y ganas de divertirse era suficiente para montar la fiesta. Quien no se acuerda escuchar y bailar canciones tales como, Delilah de Tom Jones, Crocodile Rock de Elton John, Los Sonidos del Silencio de Simon & Garfunkel, Venus de Shocking Blue, Let it be y Yesterday de los Beatles, Kodachrome de Paul Simon, Without You de Harry Nilsson, Anduriña de Juan Pardo, etcinolvidables canciones de la época que nos hicieron vivir agradables momentos. ¡Ay Tiriac, que va a ser de ti lejos de casa!

La discoteca las Palmeras, también forma parte importante de los inicios de nuestra juventud, cuando aún no teníamos edad de poder entrar, nos poníamos a bailar detrás del edificio, mirábamos a través del ventilador de extracción de humos como bailaban y como se movían en la pista de baile los mayores. Era toda una sensación de querer ser mayor y poder participar.

No podemos dejar pasar por alto que fuimos testigos presenciales de los mejores conciertos de música que por entonces se celebraran a lo largo y ancho de la provincia, para ello contábamos con dos escenarios de primera como los Torreones a cargo de Isidro Ollero y por otro lado, Jopemar regentado por José Mateos.

Con todo ello aprendimos a crecer, unas veces con éxito y otras con fracasos, fuimos conscientes de las limitaciones, pero siempre fuimos responsables. No teníamos móviles, ni ordenadores, ni tablet, ni ningún otro artilugio tecnológico, por el contrario, teníamos bicicletas de carrera, de media carrera y de paseo, tirachinas y cualquier otro artilugio con el que jugar, pero en definitiva, con lo poco que teníamos, éramos felices. Ya decía Sigmund Freud el futuro surge del pasado, y éste tiene una gran influencia en nuestro bienestar presente.

Por último quiero dar expresamente las gracias a todos los nacidos en 1961 y especialmente a los asistente a la fiesta y, mención especial para Artemia Mendo Espada, auténtica alma máter, sin la cual todo hubiera sido más difícil.

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