Justa Ascensión Romero Roldán, conocida popularmente como la Pola, nombre de su madre, ha fallecido este mediodía, sobre la una, en el hospital a consecuencia de una hemorragia interna, según han confirmado sus familiares a este diario. En pocos días iba a cumplir los 92 años, pero su estado de salud había empeorado hace cuatro meses.
Ha sido la vecina más popular del municipio casareño de todos los tiempos. Siempre lucía un moño. Antes de que nacieran sus hijos ya ejercía como vendedora ambulante. Caminaba hasta Cáceres, incluso dos veces al día si era necesario, para vender los huevos, las perdices o gallinas. Todo lo que se podía poner a la venta lo portaba sobre su cabeza. "En Cáceres la conocía mucha gente, luego puso un quiosco en la puerta de los antiguos cines, y más tarde ya vendía en los soportales de la plaza del Ayuntamiento", recuerdan sus hijos.
Toda una vida dedicada al trabajo, a luchar por su familia para sacarlos adelante, a no ver pasar las horas del reloj sin hacer nada, sino todo lo contrario. De madrugada, mientras casi todo el pueblo dormía, ella salía con su carro a la plaza. En invierno, en verano, daba igual la época. Ella veía amanecer y el despertar de todos los casareños. Allí vendía tabaco y chucherías. "Lo vendía más barato, ella no subía nunca el precio", dicen sus nietos. Hasta que su estado de salud le impidió seguir vendiendo, la Pola mantenía su puesto de venta en su propia casa, en la calle Larga Baja. Allí seguía vendiendo tabaco, y flores y plantas. "Tenía una clientela que no le fallaba", dicen sus familiares. "Ha estado vendiendo hasta que se puso enferma", dicen.
La Pola no fumaba. Era una mujer sana, que no hacía uso de medicamentos. "El médico le mandaba las pastillas pero ella no se las tomaba", ha relatado su nieto Jose. Le gustaba mucho el tocino, y no quería saber nada de los purés. "Si le llevabas algo que no le gustaba tiraba la comida y se iba a la tienda a comprar magdalenas", dice su nieto. Cuentan que sabía mucho de política, y nunca ha faltado a su cita con las urnas.
La popular vecina siempre ha estado muy al tanto de todos los hechos que acontecían en su municipio. Aunque ha pasado innumerables horas sentada junto a los soportales de la plaza, su forma de ser y su energía la han hecho relacionarse con muchas personas. "Hablaba con todos los peregrinos, les indicaban por donde tenían que seguir el camino, y era ella quien limpiaba muchas veces la suciedad que dejaban los caballos en la plaza", recuerdan.
Sus achaques, propios de la edad, comenzaron hace cuatro meses. Su familia la trasladó hasta una residencia de mayores, próxima a la localidad, porque los cuidados que requerían eran mayores. "Incluso fuera de su casa siempre estaba alegre, y nos decía que tuviéramos abierta la casa, que así no perdía valor, y que no se nos olvidara regar las macetas", cuenta su nieto.
La Pola ha sido homenajeada por su pueblo en varias ocasiones. En las fiestas del Ramo le entregaron en alguna ocasión algún ramo de flores. Su vida aparece reflejada en el libro de Casar de Cáceres. En vida, ha formado parte de la historia del municipio. Muchas personas guardan en sus establecimientos y casas alguna foto suya. Ahora, los paísanos lloran su muerte. "Una vecina suya, amiga de toda la vida nos ha dicho que no irá a su entierro porque no puede hacerse a la idea de que se haya muerto", dicen sus familiares.
Como homenaje a su vida, Hoy Casar de Cáceres había pedido a su familia hace unos meses poder relatar su historia y que fuera la Pola quien la contara en primera persona. Pero en ese momento su salud fue a peor, y hoy este diario sólo puede hacerse eco de su fallecimiento.
Sus restos, serán enterrados mañana en el cementerio de la localidad, junto a los de su marido Valentín, fallecido ya hace dieciséis años. El entierro tendrá lugar a las 10 de la mañana en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción. "Nos hubiera gustado velarla en su casa, donde ha vivido y donde ella tenía todo, pero por su estado la hemos traído al tanatorio", cuentan sus familiares.
Hoy, su localidad natal despide a una mujer trabajadora, quien nunca tuvo miedo a la oscuridad de la noche, ni a los miles de kilómetros que tuvo que recorrer a pie.