

El reparto de las bollas de anís es una tradición casareña que se realiza desde hace casi un siglo. Ayer integrantes de la cofradía de Ánimas Benditas, acompañadas de familiares, se encargaron de llevar esta pieza de pan a los centros educativos y de mayores de la localidad.
A las 9.30 horas el párroco Luis Vidal Arias se encargó de bendecir las 800 bollas en casa de los mayordomos, en la calle Larga. Posteriormente se realizó el reparto por las distintas aulas del colegio, del centro Zarapico y del instituto. Tanto niños como profesores acogieron este obsequio con ilusión. Recibieron junto a la bolla un pequeño pergamino en el que se recuerda a qué se debe esta tradición.
Nada tiene que ver el significado del reparto de antaño al de ahora. Tras la posguerra se hacía para paliar necesidades de alimentos que había, y hoy día por conservar una costumbre que es parte de la trayectoria de esta cofradía. De hecho se adaptan a los nuevos tiempos y cada año se elaboran bollas también para personas con celiaquía.
Los usuarios del centro de día, de los pisos tutelados, de Adiscasar y otras personas mayores también recibieron esta bolla. Sin duda, es para ellos un regalo muy especial, ya que les vienen a la mente recuerdos de su infancia cuando ellos recogían este pan en el arandel de la iglesia. «El reparto de la bolla es una alegría para niños y mayores, la cofradía de Ánimas en sí es muy bonita por todas sus tradiciones», ha expresado la mayordoma, Leandra Cebrián.
Este domingo también será una fecha muy señalada en el calendario para los integrantes de este colectivo. Se trata de la celebración de la Misa de Ánimas en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en la que se hace la ofrenda de bollas en el altar.
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