La cofradía de Ánimas Benditas volvió a protagonizar ayer uno de las costumbres más longevas que se realizan en la localidad. La mayordoma y diputadas de este colectivo repartieron un millar de bollas de anís a los niños, jóvenes y mayores casareños.
Este acto, previo al primer domingo de mayo, tiene décadas de historia. Fue en los años de posguerra cuando los integrantes de este colectivo comenzaron a repartir esta pieza de pan para paliar la necesidad de alimentos que tenía la gente. Ahora no existe tal escasez, y el gesto de repartir este pan se hace para mantener viva esta tradición, que pasa de padres a hijos, y con ella la riqueza cultural del pueblo.
La bolla llegó a las aulas del centro infantil Zarapico, del colegio León Leal Ramos, del IESO Vía de la Plata, así como a la sede de Adiscasar, el centro de día y los pisos tutelados. La cofradía tampoco se olvidó de muchos mayores, a los que le entregaron en sus domicilios estas singulares bollas que las panaderías del pueblo elaboran con granitos de anís.
El párroco Luis Vidal Arias se encargó de bendecir las bollas, a primera hora de la mañana, en casa de los mayordomos. Las familias casareñas siguen agradeciendo la labor que realizan desde la cofradía, haciendo partícipes de una forma u otra a todo el pueblo.
Este domingo, 5 de mayo, la cofradía al completo participa en la Misa de Ánimas, en la que se ofrecen las bollas en el altar durante la celebración religiosa. Las mujeres irán ataviadas con sus mantillas a este acto.
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