

Anoche los casareños tuvieron el privilegio de ver pasar por las calles al Cristo de la Peña. La última vez que tuvieron esa oportunidad fue hace tres años. Y tras esa larga espera, llegó el momento de ver a la talla de madera que tiene cinco siglos de existencia (según la hermandad se creó entre los años 1480 y 1421).
A las diez de la noche los cofrades arropaban al Cristo en el interior de la parroquia. Justo cuando les ordenaron que se prepararan para la salida, se colocaron los capiruchos y formaron filas. En la puerta de la iglesia aguardaban decenas de casareños y la Agrupación Musical La Sagrada Cena de Plasencia. El himno nacional dio la bienvenida a la imagen. Tras ese momento, el capataz Andrés Lucas Vivas manifestó que el primer alzado de la imagen era «para quienes ya no están con nosotros y están con nuestro Cristo». Fue el primer momento más emotivo de la noche, y así quedó reflejado en los rostros de muchos devotos.
El Vía Crucis se inició en la iglesia, y durante el recorrido se pararon en las distintas estaciones designadas por la Hermandad. El Cristo se detuvo ante quienes quisieron cantarle y se giró en algunos hogares en recuerdo de algunos casareños. La hermandad de San Bartolomé agradeció su presencia a su paso por la ermita de la calle El Santo, y se le hizo entrega de un ramo de rosas. En la plaza del Ayuntamiento el Cristo volvió a ser alzado, con los brazos en alto, por quienes le cargaban. Fue otro de los grandes momentos de la noche que recibió el aplauso de los presentes.
Durante el recorrido la banda placentina se dejó notar con intensidad, con su largo repertorio de sones y compases de la Semana Santa. El Vía Crucis también contó con la presencia de representantes de todas las cofradías y hermandades locales, y abriendo paso al Cristo estuvieron dos Guardias civiles.
Los casareños salieron a la calle, y muchos vieron pasar al Cristo desde sus balcones y ventanas, en las que encendieron luces o pusieron velas. «Es una noche especial», aseveraban algunos vecinos. Pero no sólo estaban los vecinos de la localidad presenciando este momento, también lo hicieron muchos casareños residentes en otras ciudades que ya se encuentran en el municipio para revivir las tradiciones tras dos años sin haber podido disfrutarlas.
Y junto a ellos otras personas llegadas de localidades próximas, con vínculos familiares o de amistades en la localidad. «Nunca había estado en esta procesión, hay muchísima gente por todos lados y es muy bonita», precisó Luz María Sierra, una joven de Arroyo de la Luz que quiso estar presente para ver cómo su sobrina Clara salía como cofrade del Cristo de la Peña. Junto a Clara varios niños casareños se vistieron con el traje de la hermandad y también fueron protagonistas de este encuentro. Es la nueva generación devota de un Cristo al que a nadie deja indiferente con su presencia cada Miércoles Santo.
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