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La familia Fernández Barra viven con intensidad estas semanas sin colegio. CEDIDA

La escuela en casa

Tres familias numerosas cuentan cómo afrontan el día a día alejados del colegio, y realizando las tareas desde casa

Lunes, 25 de mayo 2020, 20:14

Desde hace dos meses los padres están al frente de la escuela. Desde casa ayudan a sus hijos en las tareas diarias. Los escolares se vieron obligados a cambiar de hábitos ante la imposibilidad de mantener las clases presenciales para evitar los contagios por coronavirus.

En todo este tiempo las familias han pasado por distintas fases. La primera fue de desconcierto. Muchas familias vivieron con especial estrés las primeras semanas del confinamiento. Ahora, a menos de un mes de poner fin al curso escolar, todo se ve de otra forma, al menos, se han acostumbrado a la rutina diaria y al ritmo marcado por el profesorado.

Al principio, las familias tuvieron que hacer frente a numerosos obstáculos, uno de los más importante fue el manejo de las nuevas tecnologías. Los maestros y profesores utilizan a diario distintas herramientas y plataformas online para comunicarse con sus alumnos, y muchos padres han tenido que aprender forzosamente para cumplir con las exigencias de los centros educativos.

En esta situación de emergencia sanitaria las familias tienen que hacer malabares para coordinar las tareas de casa, el aprendizaje de los hijos, y el trabajo diario. El reto se amplía en el entorno de las familias numerosas. La casareña Soledad Galán Vivas es madre de tres hijos. Desde el pasado 13 de marzo se ha convertido en la maestra de Daniela y Valeria de 11 y 8 años, y de Matías de 5 años. Cuenta que, como muchos padres, vive esta situación con estrés. «Las edades son complicadas, tengo que poner horarios para poder atenderlos a los tres de forma independiente, al principio me ponía con los tres a la vez y fue todo muy estresante», explica.

Así que buscó la fórmula para que el día a día fuera más llevadero en lo que a tareas escolares se refiere. La mañana la dedica a los deberes de sus hijas, y por la tarde continúa con el más pequeño. «Mi marido trabaja, se va por la mañana y regresa a última hora de la tarde, y cuando él viene ya tenemos los deberes hechos», indica.

Soledad Galán junto a sus tres hijos. CEDIDA

Soledad intenta que, cada día, en casa se cumplan una rutina y los horarios. «El confinamiento nos ha venido grande, lo estamos llevando como mejor podemos, pero intentamos llevar los deberes al día y no tener acumulación de tareas», destaca. La parte buena de todo esto, según dice, es que ahora pasa mucho más tiempo con sus hijos, a los que también les marca objetivos con un calendario de méritos. «En función de cómo hagan las cosas les damos premios o no», resalta.

Las nuevas tecnologías, una herramienta esencial

Los padres de los más pequeños tienen que navegar por internet y extraer el material para continuar con las clases en la distancia. Los adolescentes han profundizado en tareas como descargarse archivos, subir imágenes o realizar clases y exámenes online. Se han convertido en una herramienta esencial y más que nunca necesitan de ellas.

Esmeralda Barra Velasco también está al frente de las tareas escolares de sus tres hijos. Daniel tiene 13 años, Álvaro 9 y Nuria 5. «Al principio toda la situación se nos vino muy grande, tanto a padres como a profesores, lo bueno de esto es que vamos a aprender mucho de nuevas tecnologías», resalta. Su marido se va temprano a la carnicería, y ella se incorpora más tarde al negocio familiar para poder dedicarle las primeras horas del día al desarrollo de las tareas de sus hijos.

Para ella el tiempo es oro, y no le queda más remedio que madrugar para cumplir con los deberes. «El mayor está en el instituto y ya es más independiente, hacen videollamadas, tienen un horario fijado por el instituto», cuenta. En el caso de su segundo hijo, que cursa tercero de Primaria, siguen las indicaciones diarias que le llegan. «Los maestros nos están dando facilidades, nos dicen que hagamos lo que podamos teniendo en cuenta las circunstancias de cada familia, pero hay veces que se agobian porque no entienden las cosas», detalla.

El esfuerzo es conjunto. Tanto niños, padres como maestros sobrellevan esta forma de enseñanza lo mejor que pueden. «Es complicado para todos, nos levantamos temprano para que nos dé tiempo a hacer cosas antes de que yo me vaya a trabajar porque por la tarde ya no quieren hacer deberes, es normal», dice. El apoyo entre padres para ponerse al día sobre dudas y consultas también ha sido fundamental.

Por lo general, los padres quieren que sus hijos avancen y no se queden atrás. «Mi hija está en el último curso de Infantil y le ha cogido justo con el inicio de la lectura, les estamos enseñando las últimas letras y hay veces que la señorita le manda vídeos para explicarles cosas», narra.

Apoyo constante

Cindi Alegre Lucena es otra madre de familia numerosa que se ha visto obligada a ejercer de maestra. «Se me está haciendo muy difícil, son tres niñas, la mayor suele hacerlos sola, pero me toca luego revisarlo y explicarle en lo que se equivocó», dice.

Con sus hijas pequeñas, de 7 y 5 años, tiene que estar muy pendiente. Ella es su apoyo constante a la hora de realizar los deberes. «Su padre trabaja todo el día y es bastante estresante, y lo que hago es hacer dos horarios, con una por la mañana y con otra por la tarde», cuenta. Algunas tareas quedan relegadas al fin de semana, pero intentan que sean las menos posibles para que disfruten de sus días de descanso.

Las hermanas comparten mesa para hacer las tareas cada día. CEDIDA

Cindi trabajaba fuera de casa, pero justo con el estado de alarma le suspendieron el contrato hasta nuevo aviso. Estas semanas afronta una nueva experiencia. «Tengo que estudiar los temas de mi hija mayor, de 10 años, para poder explicárselo todo bien y que no tenga dudas», añade.

Los padres se han convertido en un gran apoyo para sus hijos a nivel académico, y han comprobado en primera persona el sobreesfuerzo que conlleva la educación desde casa. «Hay días que les digo que dejen de hacer los deberes y descansen porque las veo muy agobiadas y aunque los profesores siempre nos dicen que hagamos lo que podamos, ellas son muy responsables y quieren acabar todo a tiempo», cuenta.

En cada casa hay una historia que contar. Las familias afrontan de la mejor manera posible esta situación extraordinaria que, seguramente, nunca olvidarán.

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