La ilusión de dar y recibir la rosca de San Blas
Los padrinos cumplen con otra tradición casareña: entregar a sus ahijados este pan bendecido con motivo de la festividad del patrono casareño
La tradición de los padrinos de regalar roscas de San Blas a sus ahijados con motivos de la festividad de este santo casareño perdura tras muchas décadas. El día del reparto de roscas se ha convertido en una fecha muy señalada en el calendario porque nadie quiere quedarse sin ellas.
Los padrinos cumplen con su cometido, pero quienes ya no tienen ese deber o no tienen quien se las regale, también acuden a comprarlas para disfrutar de ellas en su mesa. Lo habitual es que los padrinos dotan con la rosca, un cordón de San Blas y algún regalo o cuantía económica a sus ahijados.
Así ha vuelto a suceder hoy en la localidad. «Antes se las compraba a cinco ahijados, pero ya sólo se la doy a una nieta», expresaba hoy una octogenaria casareña. Y es que cuando los ahijados se casan, dejan de recibir la rosca, aunque siempre hay alguna excepción.
Antes de ponerlas a la venta, el párroco Luis Vidal Arias ha dado la bendición a las roscas y cordones en los soportales de la plaza. Después, los integrantes de la Hermandad de San Benito y San Blas se han puesto manos a la obra para dar salida a las 2.000 piezas de pan que finalmente han encargado elaborar.

Ha habido momentos durante la mañana en la que se han sufrido parones en la venta, porque el pan se acababa en un abrir y cerrar de ojos, y algunas cajas han llegado con algo de retraso a los puntos de venta. Aún así, a los casareños no les ha importado esperar porque lo que tenían claro es que no podían volver a casa sin ella. «Llevamos un rato aquí porque nos han dicho que se han acabado y van a traer más, esperemos que no llueva», decían.
Hoy, el punto de venta no ha podido instalarse en la estatua de Helénides de Salamina debido a las condiciones climatológicas, y se ha puesto junto al bar La Ronda, cuyo propietario ha ofrecido resguardo a la cofradía para continuar con la venta cuando la llovizna ha hecho acto de presencia.
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Sin embargo, Don Ángel ha sido fotografiado con una rosca, que ha portado sobre su cabeza y sus manos. La estatua del popular maestro ha sido protagonista de esta tradición gracias la inspiración del casareño Kiko Kanea, un fotógrafo aficionado a captar imágenes de cada acto tradicional que sucede en la localidad.
Hoy la ilusión ha sido doble en la localidad: la de los padrinos que han entregado felices este obsequio a sus ahijados, y la de éstos al recibir un año más la rosca de pan en honor al patrono que viste de blanco.
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