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María junto al alcalde, Rafael Pacheco, su hija Teresa, y su hermana Faustina.
Benditos 100 años de vida

Benditos 100 años de vida

María Guillén Dionisio celebró un siglo de vida el pasado 24 de enero, y el Ayuntamiento le ha hecho un homenaje que estaba pendiente

Lucía Campón Gibello

Jueves, 19 de octubre 2017, 18:54

María Guillén Dionisio es una mujer agraciada. La vida le ha regalado 100 primaveras. Un siglo de vida en el que ha gozado de muchas alegrías, pese a que ha soportado también algunos sinsabores. Pero ayer fue de esos días para marcar con una cruz en el calendario, para retener en su perdurable memoria. Recibió una grata sorpresa por parte del Ayuntamiento de su pueblo natal.

Ella, que ya había adquirido el título de centenaria el pasado 24 de enero, fue homenajeada por el alcalde Rafael Pacheco, quien le hizo entrega de un ramo de flores en su casa. El Consistorio quiso hacerle este reconocimiento el mismo día que cumplió su siglo de vida, pero María vive a caballo entre Barcelona y Casar de Cáceres. En su pueblo pasa el verano y, este año, parte del otoño. Reside en el número 16 de la calle Las Malvinas con su hija Teresa, quien la cuida desde que su padre, Eugenio Cabezón, falleciera en el año 2005. María sintió mucho la pérdida del que había sido su compañero de vida, con quien vivió nada más casarse en la calle Larga, en donde regentaba una barbería. Luego el matrimonio se trasladó a Cáceres. Mi padre enfermó y estuvieron 10 años en Cáceres como portero, relata su hija.

Desde que Eugenio se fue María vive con su hija. Se trasladó a Barcelona, donde pasa la mayor parte del año, acompañada de sus dos nietos y cuatro biznietos. Ellos me dan vida, asegura la vecina más longeva de Casar de Cáceres en la actualidad.

Sin embargo, a ella le gusta estar en su pueblo porque dice que tengo más distracción, en Barcelona estoy en un piso encerrada y aquí veo a la gente pasar desde la ventana o tengo visitas. María no sale a la calle. No lo hace prácticamente desde que falleciera su hija Almudena en un accidente de tráfico en 1983. Así lo cuenta Teresa, quien recuerda cada día a su única hermana.

Sí, a María la vida le ha dado buenos momentos. Se lo agradezco a Dios, me gusta vivir, dice la centenaria, aunque asegura sentirse cansada. Las dolencias en sus piernas le impiden moverse como ella quisiera, y pasa todo el día sentada. Cuando está en su pueblo su hermana Faustina (de 91 años) es la que le da compañía. Eran cinco hermanos, y ya sólo viven ellas, dice Teresa.

A día de hoy su estado de salud es bueno, la vista le falla y eso hace que lea menos de lo que a ella le gustaría, pero no tiene colesterol ni azúcar. Antes rezaba todos los días dos rosarios pero ya no veo bien y no lo hago, cuenta.

María ha sabido cuidarse. Siempre ha prestado especial atención con la alimentación. Con el paso de los años ha dejado a un lado los dulces y los embutidos. Ya no me apetecen, puntualiza esta mujer.

Con tantos años vividos María guarda en su memoria un sinfín de recuerdos. De los que más le gusta hablar con su gente, con su hija principalmente, son de sus años de juventud. La vida de antes era más tranquila, ahora tenemos una vida de locos, está la cosa mucho peor, dice la protagonista de esta historia.

Ella que siempre ha sido una mujer activa, siente que poco más puede hacer a estas alturas de la vida. Pero es afortunada por ver pasar los minutos, las horas y los días, desde su casa de la barriada Las Malvinas, donde no falta la presencia de su hermana Faustina, o de sus sobrinos.

En unos días cogerá de nuevo el avión para trasladarse a casa de su hija en Barcelona. Me gusta viajar en avión, voy segura, añade. Allí estará hasta el próximo verano. Es allí donde la espera otra parte de su querida familia.

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