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Familiares de Josefa y representantes del Ayuntamiento han celebrado hoy su 100 cumpleaños. L.C.G.
Josefa Galán cumple un siglo de vida rodeada de sus seres queridos

Josefa Galán cumple un siglo de vida rodeada de sus seres queridos

Nació el 24 de junio de 1924 en un pueblo de Salamanca, pero desde 1985 reside en Casar de Cáceres

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Lunes, 24 de junio 2024, 21:14

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Josefa Galán Montero se ha convertido hoy en la vecina casareña de mayor edad. Nació un 24 de junio de 1924 en Puebla de Azaba (Salamanca). Es la mayor de cuatro hermanos, todos ya fallecidos, el último hace apenas dos meses.

Hoy el Ayuntamiento ha querido rendirle homenaje, en nombre de los casareños, por su abultada edad. La tarde de hoy ha sido distinta para Josefa y su familia. La alcaldesa Marta Jordán; la concejala de Mayores, Sandra Tovar; y el concejal Rafael Sánchez Zapata han acudido hasta su domicilio con un colorido ramo de flores, un plato de porcelana conmemorativo y una carta en la que han expresado sus mejores deseos por este siglo de vida. «Esa fortaleza, dedicación y espíritu son una inspiración para nuestra Comunidad», decía una parte de la carta que se ha encargado de leer una de sus nietas, Guadalupe.

En el número 3 de la barriada Las Malvinas, Josefa aguardaba la visita delante de una gran tarta de manzana que soportaba las tres cifras gloriosas, el 100. En este día tan especial ha estado arropada por sus dos hijas, Marisol e Inés, su yerno Carlos, y algunos de sus nietos y biznietos, así como de su cuidadora Sole Barra. Todos le han cantado el cumpleaños feliz y han brindado con champán por ella.

Su familia la describe como una persona entregada a su familia. Para sus hijas siempre ha sido «un apoyo incondicional». A su marido Emiliano Cordobés, que falleció ocho días antes de cumplir los 90, lo conoció en una fiesta popular en la localidad de Gata. En ese pueblo residía este casareño por motivos de trabajo como guarda forestal. Ella acudió a las fiestas en compañía de una amiga que residía allí y el destino hizo que sus vidas se cruzaran. Se casaron en 1947 en la localidad salmantina de Villarrubia. «Fue el 29 de agosto, el mismo día en el que se murió el torero Manolete, siempre lo contaban mis padres», ha expresado a Hoy Casar su hija Inés, con quien convive desde hace algún tiempo.

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La familia permaneció más de 40 años en Gata. Emiliano se dedicó en cuerpo y alma al trabajo de forestal. «Lo querían mucho por su honradez y dedicación que tenía con su trabajo», ha dicho su primogénita. Josefa empleó todo su tiempo a atender a sus hijas y a su marido para que nada les faltara en casa. También se entregó a la costura, a la que convirtió en su mayor afición. Hoy día sigue moviendo las manos con gran destreza, como si entre ellas tuviera una aguja e hilo. De su época en la Sierra de Gata Inés recuerda algunas anécdotas que su madre le contaba. «Le gustaba mucho salir a caminar, así que cogía una bolsa y se daba dos o tres vueltas al pueblo, como si estuviera haciendo recados», ha resaltado.

«Quereos mucho»

Su residencia la fijaron, tras la jubilación de Emiliano, de forma definitiva en Casar de Cáceres. «Mi padre dejó de trabajar con 68 años, y en el año 85 se vinieron porque él siempre decía que cuando se jubilara regresaría a su pueblo», ha contado Inés. Y así fue. Compraron la casa en la que sigue residiendo Josefa. Una vivienda que ha sido y sigue siendo testigo del cariño y amor que siempre ha regalado. «Quereos mucho, estad siempre todos juntos», son algunos mensajes que en estos últimos años siempre les ha dicho a sus seres queridos.

La última década ha sido la más complicada para Josefa. Cuando tenía 93 años se rompió una cadera y a partir de ese momento su movilidad empezó a frenarse, ya que también sufre osteoporosis. Sin embargo, su día a día lo afronta sin medicación. «Sólo toma Adiro como prevención por la tarde», han detallado.

«Mi madre es muy especial, una mujer muy agradecida y compasiva que lloraba en todos los entierros a los que iba», ha resaltado su hija. Aunque apenas conversa como ella quisiera siempre guarda palabras de elogio y admiración para los suyos. «Dice mucho gracias, y también mi niña y cariño», ha destacado Inés.

En el caso de Josefa no hay secretos para llegar a los 100 años; quizás, según argumentan sus familiares, haya sido su vida tranquila y llena de bondad lo que le ha hecho ser merecedora de este premio que, a veces, concede la vida.

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