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Los tres jóvenes se sienten con ánimos y fuerzas para combatir la pandemia. CEDIDA
SITUACIÓN CORONAVIRUS

Jóvenes enfermeros en el frente de batalla del coronavirus

Los casareños Jesús Miguel Eleno, Elena Vivas e Ismael Moreno cuentan cómo viven su día día desde que comenzó la emergencia sanitaria por el coronavirus

Martes, 7 de abril 2020, 19:58

Hoy es el Día Mundial de la Salud. La pandemia ha llevado a miles de sanitarios a estar en el frente de batalla para combatirla. Algunos de ellos se han visto inmersos en esta crisis provocada por el Covid-19 con sólo unos meses de experiencia laboral.

Hoy Casar de Cáceres relata los testimonios de varios enfermeros casareños que han iniciado su andadura profesional en una época difícil y que, según dicen, jamás hubieran imaginado. Son veinteañeros, y cuentan cómo viven esta experiencia que parece ser, más bien, un guión de película.

Jesús Miguel Eleno tiene 23 años. En junio de 2018 terminó la carrera, y enlazó contratos en un hospital privado y en la UCI de otro en Getafe (Madrid). La alerta sanitaria le ha llevado a firmar otro contrato, desde el 9 de marzo y hasta el 30 de junio, en la UCI del Hospital Infanta Cristina del municipio madrileño de Parla.

«Al principio la situación era de descontrol, no había mucha información, no nos llegaba apenas material de protección y había mucho miedo al contagio», explica. El día a día de quienes están en primera línea es complejo. «Es muy duro, ves a mucha gente muriendo, gente mayor sola, pero también a personas de otras edades, desde 25 a 70 años», narra.

Su trabajo diario es cuidar de enfermos en estado crítico. Muchos están entubados. A los que le retiran el aparato por mejoría tratan de hacerle la estancia más llevadera. «Les ponemos en contacto sus familiares mediante videollamadas», dice.

Jesús Miguel Eleno tiene un contrato en el Hospital Infanta Cristina de Parla, en Madrid. CEDIDA

A día de hoy, la situación sigue siendo crítica. Asegura que las UCIS están llenas. «Hay alguna cama libre pero se vuelve a ocupar, y lo único bueno es que las urgencias han disminuido», dice.

Sabe que vivir este momento marcará una parte de su vida profesional. «Intentamos respetar los turnos libres pero si nos llaman porque nos necesitan tenemos que estar allí, y cuando llego a casa no veo la tele para que la noticias no me generen ansiedad, trato de desconectar con videollamadas con mi familia y amigos», relata este joven. Aún así Jesús Miguel asegura que se siente con ánimos y fuerza para afrontar estos duros momentos como sanitario, y reconoce que «la respuesta de la gente te motiva».

Contrato urgente para Navalmoral de la Mata

Elena Vivas finalizó sus estudios de enfermería el pasado verano. En octubre se apuntó a la bolsa de trabajo, aunque hasta la fecha no había salido el listado de admitidos. Pero la pandemia ha hecho tirar de lista, y ahí estaba ella. Le han hecho un contrato en el hospital de Navalmoral de la Mata, por dos meses.

«A los que terminamos el año pasado nos están llamando por los currículum físicos que echamos en junio en la gerencia», explica esta joven casareña. Aprovechaba este curso para prepararse la especialidad de enfermería, el EIR, un proyecto que ha tenido que dejar a un lado para afrontar su contrato.

Elena Vivas trabaja como enfermera en el hospital de Navalmoral de la Mata desde el 28 de marzo. CEDIDA

«Me han contratado porque se va a convertir la reanimación y el quirófano en una UCI con unas cinco camas para meter a los pacientes que no quepan en ninguna UCI de Extremadura», cuenta. Por el momento la UCI no cuenta con afectados por coronavirus, y trabaja de refuerzo en medicina interna y cirugía general, donde ya sí hay infectados pero en situación estable.

El pasado invierno vivió una experiencia de 20 días en la UCI de Badajoz. Para ella este es el contrato más largo que ha tenido desde que finalizó los estudios.

«Me sentía fatal en mi casa sabiendo cómo estaba la situación en España y siendo enfermera pero Madrid y allí sola me imponía mucho, pero tenía claro que el que el primer contrato que me hicieran de Extremadura lo iba a aceptar», dice. Y así lo hizo. La llamaron el día 27 de marzo, y al día siguiente ya estaba incorporada a su puesto. Ese momento fue de mucho nerviosismo porque, según relata, «no sabía a lo que me iba a enfrentar, el primer turno reforcé en medicina interna, una planta con 30 Covid positivos y cuando llegué a casa me puse a buscar alojamiento en Navalmoral porque sentí mucho riesgo de contagio», resalta. Ese mismo fin de semana una auxiliar le alquiló un apartamento en un pueblo cercano.

A diario trabajan con escasos equipos de protección individual. «Se trabaja con mucha presión y muy incómoda con todo lo que nos ponemos para protegernos pero es una experiencia que aporta mucha independencia y soltura sobre todo reforzando en distintas planta, trabajas con muchos profesionales y siempre intentas quedarte con lo mejor de cada uno», destaca.

En la San Francisco, en Cáceres

Su compañero de promoción, Ismael Moreno, también vive en primera persona lo que es batallar contra una pandemia. En noviembre cerró contrato con la Clínica San Francisco de Cáceres. «Estábamos dedicados a intervenciones quirúrgicas de todo tipo, pero con la crisis del coronavirus se han cerrado, los respiradores se enviaron a Madrid y ahora se ha convertido en una unidad de cuidados para contagiados», dice este enfermero de 23 años.

Llevaba varios fines de semana sin librar. Estaba deseando llegar a casa para disfrutar de unos días de descanso. Pero la noticia le llegó, como a muchos, de forma inesperada. «Nos comunicaron que llegarían 15 ambulancias con 15 personas mayores de la residencia de Santiago de Alcántara, todos al mismo tiempo y todos eran positivos, así que tuvimos que adaptar la planta y la sala de espera que la convertimos en habitaciones, los primeros días no dábamos abasto, hacíamos vida allí», relata.

Desde que comenzó la crisis del Covid-19 sus rutinas diarias han cambiado. «Al principio como que no te creías que eso estaba pasando, tuvimos que hacer cambios y el trabajo que realizamos es en equipo, todos nos apoyamos, si hay alguien con más edad que era enfermero lo han pasado a lavandería, y los de lavandería a lo mejor hacen de celadores, todo para no correr riesgos», dice.

Ismael Moreno lleva trabajando en la clínica San Francisco en Cáceres desde noviembre. CEDIDA

Cuando llega a casa, Ismael trata de evitar cualquier contacto con su familia. «Tengo un baño para mí, en mi habitación no entra nadie, tengo mucho medio a contagiarlos y vives con esa incertidumbre», dice.

Cada día los vecinos aplauden para reconocer la labor que hacen ante esta situación de emergencia sanitaria. «Cuando suenan las sirenas de la policía y escuchas los aplausos de la gente te emocionas, eso nos ayuda a tirar para adelante», destaca este joven enfermero que nunca pensó que tendría que ayudar a combatir una pandemia.

Cada día llegan más pacientes infectados a la clínica, con una historia personal. «Lo más impactante fue el primer día cuando llegaron los mayores de Santiago, estaban cada uno en su habitación, no sabían nada de su familia, y yo llevaba a una mujer hacia una habitación y vio a una compañera de la residencia. Al verse se pusieron a hablar, lloraban, una le decía a la otra que pensaba que se había muerto», recuerda.

Las historias de los casareños Jesús Miguel, Elena e Ismael son sólo un ejemplo. A día de hoy existen otras muchas protagonizadas por veinteañeros que, poco después de acabar sus estudios, se han visto inmersos en una crisis sin precedentes. «Esto ha sido acabar la carrera y enfrentarnos al toro», zanja.

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Jóvenes enfermeros en el frente de batalla del coronavirus