JOAQUÍN DAZA IZQUIERDO
Jueves, 28 de abril 2016, 16:31
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
No pocos recordaréis aquel fuerte formado por carros en circulo al más puro estilo del lejano Oeste. Han pasado treinta años desde que por vez primera vi allí un toro bravo, y lo que es mejor a un Superman recortador ejecutando el salto del ángel, fue precioso, qué gran recuerdo.
Desde entonces me ha gustado este mundo aunque no piso una plaza desde que vi a José Tomás en Badajoz, un genio que hacía lo difícil fácil, mientras otros hacemos lo fácil difícil.
Un aficionado de la fiesta que admiro es a Joaquín Sabina. En la Expo de Sevilla, se cruzó un día con un niño que lo miraba como si fuera un dios porque lo había visto en la tele y tatareado sus canciones, le guiñó un ojo y lo acompañó de una sonrisa, entonces el chico le preguntó a su padre por qué iba agarrado a dos rubias. Ese niño era yo.
Mi tocayo dice que quizá el progreso lleve esta afición a la extinción, pero comparto con él la idea de que mientras vivamos seremos aficionados.
Qué decir de los toreros, me gusta la diversidad para la fiesta, porque hay gustos para todo. A mi me gustan tanto los toreros sensacionalistas y divertidos como otros de pose seria natural. Pero ambos, para mi gusto, tienen que tener la mirada triste, el fiel reflejo del alma de un viejo en el cuerpo privilegiado de un atleta.
Sabios maestros que viven el triunfo y el desastre, y que tratan de la misma manera a ambos farsantes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La hora que separó a una madre y su hijo de morir juntos en Palencia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.