

El bar La Estación ha vuelto a sufrir un acto de vandalismo, aunque esta vez ha quedado en un nuevo intento de robo. Se trata del primero desde que cambió de dueño el pasado mes de junio. Antes se habían perpretado otros hasta en tres ocasiones.
Esta mañana, antes de las siete, Inés Bolado abría la puerta principal de este establecimiento. Al acceder al interior se encontró con la puerta trasera destrozada. «Está sujeta con una cadena y un candado, lo han forzado y han roto el cristal, y ahora habrá que reponerla pero hasta que no lo hagan habrá que poner una de madera», cuenta.
Los autores que se ceban con este establecimiento emplean siempre el mismo modus operandi para adentrarse en su interior. Según dicen, buscan dinero, actúan de madrugada y deben ser siempre los mismos. «Han forzado la caja registradora, pero ahí nunca dejo dinero, calderilla sin más», explica la gerente de este local, indignada por este hecho.
Por fortuna los ladrones no se han llevado ni botellas ni otros objetos de valor, aunque para Bolado «el destrozo que causan» es preocupante. Este caso, que vuelve a estar en manos de la Guardia Civil, no cesa. En menos de dos años se han producido cuatro robos. «Aquí es fácil entrar porque no hay una puerta trasera que ofrezca la seguridad necesaria, y pido a la Junta de Extremadura que es la dueña de este edificio que por favor, ya que presumen de diseño y de lugar, que instalen verjas u otro tipo de puertas para que estos robos no se vuelvan a producir», exige Bolado, que tiene alquilado el establecimiento al Ayuntamiento.
Ella, al igual que su anterior propietario, ha acudido al Ayuntamiento para expresar su disconformidad con la puerta que se les obliga a tener en este establecimiento. «Quieren que guarde una estética con el edificio pero no es segura y así es imposible continuar con un negocio aquí», matiza.
Los autores de este hecho también han aprovechado para dañar el autobús que estaba estacionado. Su propietario, Manolo Fernández, asegura que ya lo han hecho hasta en una decena de ocasiones. «Esta vez han roto el motor de la puerta trasera, que hemos tenido que reparar, y el aparato de radio que han dejado colgando». Tampoco se han llevado dinero, porque en el interior la empresa no deja ni calderilla.
Según cuenta el empresario, los ladrones también han robado gasoil en reiteradas ocasiones. «Extraen pocos litros porque no les da tiempo a mucho más», dice. Los daños ocasionados durante todo el pasado año rondaron los 2.000 euros, entre las distintas reparaciones que la empresa de autobuses tuvo que realizar por los distintos actos vandálicos. «Es muy fácil acceder al interior de la estación, siempre he dicho que las vallas esas las salta cualquiera y deberían ponerse otras que sean, al menos, más disuasorias», zanja.
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