La Portá Blanca luce recién pintada. Del mismo color que hace gala de su nombre y que la ha convertido, desde hace más de un siglo, en un símbolo cultural y muy popular de Casar de Cáceres.
Se desconoce la fecha exacta de su construcción. La historiadora y Cronista Oficial del municipio, Rosa Holgado, asegura que «probablemente sea de finales del siglo XIX». Esta puerta está ubicada en plena Cañada Real Soriana Occidental, da acceso a una finca de propiedad privada y es muy visible desde la entrada a la localidad por la CC-38.
Similares puertas se reparten por distintas zonas del término municipal, pero ninguna ha adquirido, con el paso del tiempo, tanta fama como ésta. «A pesar de no ser un 'monumento' recogido en el Catálogo del Plan General Municipal con ningún tipo de catalogación patrimonial, está claro que es un hito de sobrada importancia para todos los casareños y casareñas», detalla Holgado.
Es el primer símbolo característico que ven los peregrinos que realizan el Camino de Santiago al llegar a la localidad. Esta popular puerta se abre en arco de medio punto, levantado en ladrillo revocado y que descansa sobre jambas de granito. Cuenta además con una techumbre de media bóveda, que le proporciona una gran anchura, y le falta la pieza central del arco.
La estructura voluminosa puede resultar sorprendente, ya que su fin era, a priori, ser la entrada a una finca. Sin embargo hay quienes aseguran que esta construcción se hacía para diferenciar la clase social de los dueños, pero la mayoría alega que servía para resguardarse de las inclemencias del tiempo. Podía ser el lugar perfecto para esquivar un chubasco o para cobijarse de un incesante sol a los propietarios de la finca en un momento dado.
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La Asociación de mujeres 'Portá Blanca' la apadrinó, con este nombre, hace casi 25 años. El 15 de julio de 1995 se constituyó este colectivo promovido por un grupo de féminas que participaron en un curso de autoestima, y que a partir de ese momento quisieron realizar más actividades de forma conjunta. Cada cuatro años son ellas las encargadas de pintarla para que su estado no se deteriore y así se conserve la particularidad de su color.
Desde hacía seis años no se pintaba. «Desde que se creó la asociación lo solemos hacer durante el periodo que dura cada directiva, pero la anterior lo hizo a mitad de periodo y ya estaba de color negro y la gente del pueblo decía que había que pintarla», cuentan desde la directiva. Así que este año, el casareño Fruto Campón se ha ofrecido a realizar este trabajo y colaborar con la conservación de este elemento cultural.
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La asociación de mujeres, además de llevar el nombre de esta puerta, también ha velado por la protección de la misma. En los años en el que se planteó la construcción de viviendas en sus proximidades pidieron al Ayuntamiento que se realizara una zona reservada para que no sufriera daños. «Le dijimos que hicieran una rotonda y que la dejaran en medio si se urbanizaba esta zona, aunque al final no hubo proyecto de viviendas», apuntan.
Su nombre también ha resultado llamativo allá donde lo han pronunciado. «Cuando fuimos al registro a inscribirnos como asociación el señor que lo hizo nos decía que de dónde habíamos sacado el nombre de portá, le hacía mucha gracia pero aquí se le ha llamado así toda la vida y lo quisimos mantener», explica Mari Luz Aparicio, integrante de la directiva.
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Muchos casareños han disfrutado de buena parte de su infancia y adolescencia en las proximidades de esta puerta. «Había épocas que en esta zona había mucho barrizal y veníamos a jugar, o cuando íbamos al colegio solíamos venir aquí», dicen. Aunque la portá siempre ha sido respetada no se ha librado de algún que otro graffiti que ha dañado su imagen. Igualmente ha servido de escenario de muchos fotógrafos aficionados.
En la actualidad la principal preocupación es la humedad que se filtra por la techumbre. «Habría que hacerle una reforma en el tejado para conservarla toda la vida y pedimos a todos los vecinos que la sigan respetando», añade Francoise Fortier, presidenta del colectivo.
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«Es uno de los símbolos de la arquitectura vernácula de Casar de Cáceres, a pesar de que no esté recogido en los catálogos de arquitectura vernácula y de que carezca de valor patrimonial intrínseco, pero ¿quién se atrevería a atentar contra este monumento casareño por devoción popular? Nos atrevemos a decir que nadie porque forma parte de nuestro patrimonio sin lugar a dudas», reflexiona Holgado.
En definitiva, la Portá Blanca es un símbolo muy mimado, y que seguirá siendo destacado por el amor que se le profesa en Casar de Cáceres.
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