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El buen tiempo acompañó ayer a los casareños en sus tradicionales procesiones de Viernes Santo. La primera de ellas, la vespertina del Santo Entierro, en la que no faltaron mujeres ataviadas con mantillas. Las imágenes de la caja de Cristo muerto y La Soledad recorrieron varias calles acompañados de hombres y niños. Por la noche la procesión del Silencio finalizó con la entrada en la ermita de la Virgen de La Soledad. Una gran hoguera iluminó su casa a su llegada. No faltaron las saetas de despedida y el multitudinario canto de La Salve.
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