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Viernes, 29 de marzo 2024, 23:59
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La Virgen de La Soledad ha regresado esta noche a su ermita muy arropada por los casareños. La procesión del Silencio se ha visto reducida a un breve traslado desde la parroquia pasando únicamente por la calle Nueva y la Ronda de La Soledad.
La lluvia ha vuelto a hacer acto de presencia esta noche dejando a los vecinos sin ver procesionar a la Virgen por las calles. La Cofradía de la Vera Cruz ha comunicado a quienes se han aproximado hasta la iglesia que se haría el recorrido corto cuando la lluvia cesara. Poco después, el anuncio lo ha hecho el párroco Ángel Maya a través del micrófono. «No va vamos a poder realizar el acto tan solemne pero la noche vuelve a mandar», ha manifestado. También ha pedido precaución a todas las personas que se disponían a acompañar a la imagen hasta su santuario para evitar resbalar en la calle. «Vamos a intentar que sea un momento de intensa oración y cariño hacia la Santísima», ha dicho el sacerdote.
Tras algo más de media hora de espera, y con la Virgen ya protegida por un plástico, el capataz Jesús Barrantes ha dado la orden a los 16 cargadores para sacar a la Virgen de la iglesia. Pese a que la noche no ha acompañado, algunas mujeres y niñas han alumbrado a la Virgen y han encendido las velas.
Una devota recordaba que hace ya más de seis décadas la Virgen se tuvo que quedar la noche de Viernes Santo en la parroquia por el diluvio que hubo. «Era una niña, nos tuvimos que venir temprano el sábado por la mañana para trasladarla a su ermita», cuenta. En alguna que otra ocasión la lluvia también ha dejado sin procesión a la Virgen, teniendo que ser trasladada al igual que hoy de una forma rápida y protegida por un plástico.
En los apenas veinte minutos que ha durado el trayecto, con paradas incluidas, la lluvia ha dado una pequeña tregua. Eso ha ayudado al encendido de la gran hoguera, con la que cada año se da la bienvenida a La Soledad en su regreso. Muchos de los presentes han temido que alguna pavesa se aproximara a la imagen, al llevar el plástico como protección.
Tras el canto de La Salve, los cargadores han entrado a la Virgen a su ermita. Este año no había nadie junto a la verja para regalarle una última saeta. Ya en su interior, la lluvia ha vuelto a hacer acto de presencia.
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