Las hermanas Mendo finalizan hoy uno de los capítulos más importante de sus vidas. Esta tarde echarán el cierre a la puerta de su tienda de alimentación, ubicada en el número 27 de la calle Larga Baja. Un negocio que iniciaron sus padres unas casas más abajo, en el número 37 de la misma vía, hace ya 75 años.
Cuando sus progenitores, Pedro y Tomasa, murieron ellas decidieron cambiar de establecimiento. Allí han pasado casi cuatro décadas ofreciendo, a diario, el mejor trato a cada vecino que iba a comprar a este ultramarino, en el que se podía comprar cualquier producto de alimentación pero también de droguería, ropa y calzado, e incluso, juguetes.
A Loli le llega en breve la edad de la jubilación, y su hermana Domi la tuvo que coger de forma anticipada hace unos años por motivos de salud. No cuentan con relevo, lo que les obliga a este adiós definitivo. Ellas han mantenido hasta el día de hoy su peculiar forma de echar las cuentas, en un mundo en el que la tecnología se apodera de cualquier negocio, escribiendo los precios sobre papel de estraza y sin la necesidad de presionar el botón de ninguna calculadora. La habilidad mental de estas hermanas no pasa desapercibida a sus clientes. Primero cuentan los productos sobre el mostrador y luego, en cuestión de segundos, hacen una suma que no da lugar a fallos.
La jornada de hoy es la más triste para ellas. «Es de mucha nostalgia porque es algo que levantaron nuestros padres con mucho esfuerzo y lo cerramos por jubilación, creo que ellos estarán muy orgullosos de nosotras», han detallado a Hoy Casar. Por última vez Loli ha cortado hoy el bacalao, uno de sus productos estrellas, que nunca han faltado en su mostrador. Sobre él quedan también unas cuantas tabletas de chocolate Quitín, otro clásico que les ha acompañado en su larga andadura profesional. «En este establecimiento hemos tenido productos de todo tipo, agujas y ovillos de hilo que ya nadie usa, los tiempos han cambiado mucho», han contado.
Los precios escritos a mano impregnan de vida esas estanterías. «Hoy he realizado algunas compras, sabiendo que era el último día, pero no podía dejar de tener plátanos para algunos clientes o el queso de Quesería Barrantes, de mis primos», ha comentado. Y su intuición no ha fallado porque durante la mañana ambos productos se han vendido.
Hoy son muchos los recuerdos que le vienen a la mente, como el uso que daba su padre al papel de estraza, que usaba para vender el café molido en pequeñas dosis. Los tiempos han cambiado y se acuerdan del pequeño formato en el que vendía el champú Sindo que presentaba diferentes aromas. Otro de sus recuerdos es hacia su padre. En una de las estanterías de su establecimiento ha estado siempre presente su figura, en una fotografía tomada en el año 1979, junto al burro y el carro en el que él comercializaba por las calles del pueblo.
Reconocen que regentar un negocio en pleno casco urbano y con la competencia de las grandes superficies ha sido lo más duro, pero se han defendido gracias a la confianza de su clientela fija. «Los últimos años han sido muy difíciles, cada vez se va notando más la falta de ventas, este tipo de establecimientos están en el olvido, pero tenemos clientes de toda la vida que hemos mantenido hasta el final y a los que le da mucha pena que cerremos», han dicho. Precisamente hoy algunas de sus clientas han ido a despedirse y a hacer las últimas compras. «Es una pena que cierren, la calle Larga se queda vacía», ha comentado una señora que tristemente acudía en esta última jornada de venta.
Al margen de las ventas, el mostrador de 'El Barato' ha sido también, según indican, «un paño de lágrimas» porque han escuchado historias de todo tipo, algunas para llorar y otras para reír. Todas las conservarán en su memoria. Domi asegura que se podría escribir un libro de todo lo acontecido y narrado en este establecimiento.
Desde hace unos meses han ido liquidando la gran cantidad de productos que tienen en sus amplias estanterías. «Los de alimentación no nos preocupan porque los podemos consumir, hay algunos que caducan en el año 2027», han asegurado mientras echaban una mirada a todo lo que aún les rodeaba.
Esta tarde las hermanas Mendo despedirán a sus clientes con un chocolate con coquillos que ellas mismas han elaborado. Con una sonrisa y la amabilidad que siempre les ha caracterizado dicen un adiós definitivo: «Hemos formado una gran familia, nos despedimos muy contentas y al mismo tiempo emocionadas, agradecidas a todo el pueblo y al Ayuntamiento que también siempre nos ha tenido en cuenta», han zanjado.
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